Visión general

Entrevista en vídeo

El proceso de duelo: conectar con el dolor, seguir la vida y rituales.

Tony Corredera

Psicólogo y CEO de Crecimiento Positivo

Trancripción de la entrevista

Tony Corredera es licenciado en Psicología en la Universidad Autónoma de Madrid y tiene un Máster en Psicología Clínica y de la Salud. Este Psicólogo General Sanitario es especialista en psicología clínica, psicología deportiva, Problem Solving Estratégico, desarrollo personal y coaching. También es el CEO de Crecimiento Positivo (www.crecimientopositivo.com), la consulta de psicología ubicada en Madrid en la ayuda a sus pacientes mediante psicología científica y psicología positiva.

“La vida no es como es, la vida es como la hacemos entre todos”

Tony Corredera – Crecimiento Positivo

La psicología positiva es la rama de la psicología en su vertiente científica que estudia cómo influyen las emociones positivas en las personas. En el desarrollo de fortalezas y virtudes y, finalmente, en la felicidad. La psicología positiva reflexiona sobre lo que da valor a la vida y los factores que contribuyen a tener una vida plena. Al contrario que las teorías psicológicas generales, que se enfocan en las patologías y en las conductas negativas, la psicología positiva propone estrategias para alcanzar y optimizar las fortalezas de las personas.

Damos las gracias Tony por colaborar con Legalcar Abogados y ayudarnos a entender más en profundidad qué y cómo es el proceso de duelo. Para nosotros es fundamental conocerlo de extremo a extremo ya que diariamente nos consultan familias que han perdido a un ser querido en un hecho tan traumático como un accidente de tráfico.

El proceso de duelo

JORGE.- Tony, eres psicólogo y trabajas habitualmente con pacientes que se encuentran en un duelo por una pérdida. ¿En qué consiste el proceso de duelo?

TONY.- El duelo tiene muchas veces que ver con la pérdida. Que puede estar relacionada con lo que la gente considera muerte como tal, pero también con la pérdida de un estatus. Por ejemplo, si se pierde un trabajo, cuando se acaba una relación de pareja o cuando un amigo se va a vivir a otro país. Todo esto supone una pérdida.

El duelo es el proceso de asunción de la pérdida y la continuación de la vida sin eso que se ha perdido.

JORGE.- ¿estás de acuerdo con las teorías que hablan de que el proceso de duelo tiene unas fases concretas?

TONY.- Lo cierto es que no estoy de acuerdo. Las etapas del duelo, negación, ira, negociación, depresión y aceptación, fueron formuladas por primera vez por Elisabeth Kübler-Ross de forma intuitiva y como parte de su trabajo de ayuda a personas que pasaban por estos procesos. Pero lo cierto es que los estudios sobre el duelo indican que no necesariamente todo el mundo pasa por esas mismas etapas y ni siquiera necesariamente por ese mismo orden, ni duran un tiempo determinado.

Entonces creo que, intuitivamente, en la cultura popular ha impactado mucho. Para muchos profesionales también porque las utilizan. Pero, desde mi perspectiva profesional prefiero utilizar otro tipo de acercamientos al duelo, que son más flexibles. Básicamente porque en mi observación en la ayuda a personas que pasan por esto es más factible acercarse a modelos como el de Robert Neimeyer. Un modelo constructivista en el que todo pasa por un proceso más flexible. No tienes que ajustarte a una etapa u otra. Puedes, por ejemplo, estar negando la muerte de tu familiar y no estar necesariamente en una etapa de negación. Ni durar un tiempo determinado.

Conectar con el dolor y seguir con la vida

JORGE.- ¿En qué consiste conectar con el dolor y seguir con la vida?

TONY.- El proceso que señala Robert Neimeyer se divide en dos. Por un lado, lo que se debe hacer en el proceso de duelo es conectar con el dolor. Por otro lado, lo que se debe intentar es seguir con la vida. Y son dos cosas que van acompasadas.

Conectar con el dolor, en este caso, sería aceptar lo que se siente como consecuencia de la pérdida que se está intentando asumir. La muerte de un familiar implica que debemos despedirnos de esa persona. Esa pérdida se debe asumir conectado las emociones que se experimentan y que pueden ser de todo tipo: tristeza, enfado, culpabilidad o cualquier emoción que se experimente que implique conectar con ese dolor. Literalmente “duelo” viene, por etimología, de “dolor”. Por eso asumimos que, cuando estamos en duelo, nos tiene que doler. Estar en proceso de duelo sería precisamente conectar con ese dolor.

JORGE.- Hemos hablado de conectar con el dolor. Y, ¿qué dificultades suele entrañar volver a la vida cotidiana?

TONY.- Puede haber dificultades de diversos tipos. En mi experiencia me he encontrado con personas que les resulta muy difícil regresar al trabajo, retomar sus relaciones interpersonales, volver a salir a tomar una copa con sus amigos o sus familiares, acercarse emocionalmente a sus parejas, a sus familiares o a sus hijos. Puede haber reacciones de diverso tipo. Todo depende un poco del tipo de pérdida que esté asumiendo la persona y de lo preparado o preparada que esté, en función a su contexto, para ese proceso. Que también es un proceso que Robert Neimeyer define como de toma de decisiones acelerada.

Si pensamos por un momento en lo que supone un duelo para las personas, pierdes un ser querido y, lo sepas o no, te toca tomar un montón de decisiones muy rápidas. Desde cuestiones relacionadas con la organización del velatorio, la organización del funeral, el entierro, el pago de los seguros, etc. Muchas cosas que, en ese momento, te pillan muy conectado con el dolor y que sientes que te es imposible asumir. O, al revés, estás completamente metido en estas cosas y, por tanto, no estás conectando con el dolor inicial de entender que ese ser querido ya no va a estar nunca más.

JORGE.- ¿Cuándo este tipo de síntomas pueden convertirse, verdaderamente, en un problema a atender?

TONY.- En cualquier momento esto puede convertirse en un problema para la persona. Inicialmente, por una cuestión de impacto, especialmente cuando hablamos de una pérdida traumática, inesperada, por ejemplo en un accidente de tráfico, se desencadena una primera reacción de incomprensión, de incredulidad. De “¿cómo puede estar pasando esto?”. Y, ahí, esa persona puede estar necesitando de un acompañamiento.

Pero, en cualquier otro momento del proceso de duelo podría resultar que la persona en concreto no está conectando con lo que siente; es como que está intentando apartar esos sentimientos porque son demasiado dolorosos y se mete enseguida en su vida cotidiana. Tal vez, dos días después del fallecimiento de su ser querido va a trabajar, ya intenta hacer su día a día y su rutina de manera normal. Pero no porque pueda hacerlo o no le quede más remedio sino porque no se está permitiendo conectar con el dolor. Y esto, a medio o largo plazo, podría requerir de una intervención. Del mismo modo que la persona que la está tan conectada con el dolor y se siente incapacitada para seguir con su vida necesita de ese acompañamiento.

Ese acompañamiento puede ser familiar, de su entorno, pero en un punto determinado también podría derivarse en la necesidad de un acompañamiento profesional. 

Sufrir repentinamente la muerte de un ser querido

JORGE.- La pérdida de un ser querido en un accidente de tráfico se considera una pérdida repentina. ¿Qué características propias tiene esta clase de pérdida?

TONY.- No sé si es tanto que tiene características propias pero sí que es cierto que genera reacciones diferentes a una pérdida o una muerte que esperas. Del mismo modo que una ruptura de pareja esperada porque estamos discutiendo desde hace mucho, nos lo estamos planteando e incluso hemos hablado de que nos vamos a separar, cuando se produce hay un impacto emocional evidentemente pero te lo esperas porque lo has estado viviendo. Sin embargo, si un día llegas a casa y tu pareja te dice “esto se acabó” y no lo has visto ni venir, evidentemente es una situación de máximo impacto.

Una muerte por suicidio o una muerte por accidente de tráfico generan un mismo impacto. Incredulidad inicial e incapacidad para procesar esa información. Son reacciones muy habituales. Y, a partir de ahí, toda una serie de respuestas de carácter emocional que podrían necesitar de un apoyo personal, obviamente, pero también de un apoyo profesional.

El proceso de duelo en grandes lesionados

JORGE.- ¿Podemos hablar de proceso de duelo en aquellos casos en los que un gran lesionado en un accidente de tráfico cambia radicalmente de vida?

TONY.- Efectivamente, sí, puedes encontrar los mismos procesos que el duelo encierra. Como he dicho, conectar con el dolor y seguir con la vida cotidiana, porque el duelo es el procesamiento de una pérdida.

Cuando tú, por ejemplo en un accidente de tráfico, has quedado incapacitado para caminar y tienes que ir el resto de tu vida en una silla de ruedas, lo que has perdido es tu movilidad y otra serie de cosas que vas a tener que procesar y a las que vas a tener que adaptarte. Inicialmente, esto resulta muy doloroso para la persona que lo está viviendo. Aunque, a la vez y al mismo tiempo, puede sentir gratitud por seguir vivo. O todo lo contrario, deseos de no estar vivo porque no quiere vivir en esas condiciones.

Al mismo tiempo, la readaptación progresiva de esa persona podría llegar a considerarse todo un proceso de duelo y de readaptación.

Elegir una persona de confianza para llevar las gestiones

JORGE.- En otro momento de la entrevista nos has hablado de aquellas gestiones y tareas administrativas que rodean al proceso del duelo cuando muere un ser querido. ¿Crees que es conveniente que se asigne a una persona en particular para que se ocupe y se responsabilice de todas estas gestiones?

TONY.- Yo creo que aquí tenemos que pensar en las circunstancias particulares de las personas principales que tienen que asumir eso. Diría que en términos generales es una muy buen ayuda, porque en ese momento hay personas que pueden tener una reacción que les incapacite para asumir estas tareas. Pueden darse situaciones en las que esa incapacitación conlleve no hacer los trámites necesarios a tiempo para que se salvaguarden los intereses familiares de la familia directa del fallecido o la fallecida.

Creo que tener un acompañamiento profesional ahí por ejemplo por parte de abogados o profesionales especialistas en ese tipo de papeleo puede ser muy importante para algunas familias. Del mismo modo que otras personas que tal vez están más preparadas técnicamente pueden ocuparse de esos mismos papeleos.

Siempre en las familias hay alguien que a lo mejor no está tan conectado con el dolor, igual es un tío o un primo, igual es un amigo de la familia, que intentan hacer esto pero a veces su preparación no es la mejor.

Tener esa figura externa profesional de confianza puede ser un elemento diferencial porque así las personas pueden ocuparse de gestionar lo que ya está siendo suficientemente difícil que es el dolor de la pérdida, la asunción de la pérdida. Tener esa ayuda profesional puede ser garante de su propia seguridad futura.

La importancia de los rituales en el proceso de duelo

JORGE.- ¿Se puede decir que existen personas más propensas que otras a sufrir dificultades en un proceso de duelo?

TONY.- Es una buena pregunta, pero es muy difícil de responder.

Creo, por ejemplo, que la primera vez que te enfrentas a una pérdida significativa y sobre todo la primera vez que te enfrentas a una pérdida significativa traumática como una muerte inesperada, no estás preparado para ello. Vivimos en una cultura que niega la muerte, que la esconde, que la trata como una especie de algo repelente. No tenemos una cultura que nos ayude a pensar que “esto va a pasar” y que trabaje para que lo normalicemos.

No quiero decir que tengamos que normalizar la muerte y que nos parezca bien, sino que tenemos que considerarla como parte de la vida y algo  que a todos nos va a ocurrir.

Del mismo modo que tenemos que afrontar el nacimiento de seres queridos en nuestra familia tenemos que aprender que nos vamos a tener que despedir de personas. En el ciclo natural de la vida esperamos que una muerte de un familiar anciano o enfermo sea de alta probabilidad. Va a ocurrir más tarde o más temprano.

Y tenemos que asumir que eso pasa por estar tristes y la tristeza nos va ayudar a despedirnos y asumir esas tareas que hay que hacer en el duelo y que básicamente nos puede ayudar esa emoción de tristeza.

Sin embargo, al no tener una cultura que nos prepare para esto; cuando nos ocurre es extremadamente doloroso experimentarlo

JORGE.- En esa preparación para la pérdida de un familiar, ya sea repentina o a sea más o menos esperada, ¿qué importancia tienen los rituales?

TONY.- Es una cuestión muy, muy importante. En función de la cultura hay rituales que pueden ser diferentes. Aquí en España, que tenemos una tradición judeocristiana, cuando muere un ser querido tenemos la tradición del velatorio y la tradición del entierro o de la incineración.

Cualquiera de los diferentes rituales sirve para facilitar el duelo. El inicio del duelo, realmente. ¿Por qué? Porque es una reunión de supervivientes. La persona que ha fallecido está acompañada, ya sea durante el entierro o durante el proceso del incinerado, por los seres queridos. Vamos juntos a despedirnos, a decir un último adiós. Este proceso puede ser facilitador porque estamos todos juntos. Independientemente de que uno lo sienta más u otro lo sienta menos, se está acompañado de otros que están entendiendo y pasando por una cosa similar. Nos podemos apoyar juntos.

Es cierto que yo destaco siempre que me preguntan por esto algo de la cultura anglosajona que podemos ver en las películas americanas, inglesas o australianas. Algo que yo destaco como muy positivo de esos rituales es lo que sucede después de haber enterrado al ser querido. Una reunión de los supervivientes en la que siempre hay comida, en la que cada uno ha llevado algo, un detalle, y en la que se reúnen en la casa de los familiares principales del fallecido. En esa reunión están todos juntos haciendo algo que es simbólico desde el punto de vista del proceso del duelo que es comer. Comer es un símbolo de la vida. Y es algo que los muertos ya no pueden hacer. Al hacerlo todos juntos estamos rindiendo homenaje a quien se ha marchado. Y esto facilita muchísimo el duelo.

Pero cualquier ritual, incluso rituales específicos intrafamiliares, puede ser facilitador o todo lo contario. Si en mi familia tengo la costumbre de hacer las cosas de una manera que supone no expresar emociones, que supone la imposibilidad de llorar, de abrazarse o de tocarse y yo estoy necesitando justo esas cosas, esos rituales van a impedir que yo pueda empezar mi duelo con garantías de que eso dure lo menos posible.